LA ESTRUCTURA JERÁRQUICA
Cualquier entidad necesita estar bien organizada para poder funcionar adecuadamente. La Administración no es una excepción, así pues una de las bases que la sustentan es tener una estructura jerárquica definida y que sea respetada por todos sus miembros.
La correcta aplicación de las jerarquías permite a los cargos políticos aplicar sus ideas o estrategias como cabezas visibles de cada ministerio/departamento/organismo/entidad. Y partiendo de ellos hacia abajo como una pirámide, pasando por los puestos de libre designación, grupos superiores, medios y bajos.
Las competencias se encuentran íntimamente relacionadas con la estructura jerárquica, de tal forma que una vez establecida ésta, es necesario que se asignen competencias generales para cada grupo, subgrupo y nivel y específicas para cada puesto, claramente diferenciadas. También es importante que no solo haya una persona que domine una función concreta, puesto que si está de vacaciones, de permiso o de baja, alguien tendrá que hacerse cargo de esos asuntos.
El sector público funciona de tal manera que los jefes deben dar instrucciones a sus subordinados, marcar las pautas de trabajo y repartir las tareas, condición indispensable para evitar la improvisación, el caos y que cada funcionario asuma funciones acordes con la nómina que cobra, cuestión esta última de capital importancia para tener una buena convivencia en la oficina.
De esta forma, de acuerdo al grupo, el nivel y el puesto, cada funcionario ha de afrontar la responsabilidad que le corresponde, tanto para lo bueno (cobrar y figurar) como para lo malo (tomar decisiones y firmar). Esto es la teoría, la práctica ya es otra cosa.
Cada funcionario puede estar o no de acuerdo con las políticas implantadas por los cargos políticos, pero entra dentro de su sueldo respetarlas y llevar a cabo las tareas que le corresponden. Esto afecta fundamentalmente a las jefaturas de servicio y de sección, que son los puestos destinados a plasmar desde un punto de vista jurídico o presupuestario las medidas que quieren desarrollar los de arriba.
Los problemas surgen cuando los cargos políticos o los jefes no hacen su trabajo o no asumen sus responsabilidades, ya sea por desidia, falta de experiencia, incompetencia, desconocimiento o simplemente por no estar lo suficientemente preparados. Entonces la estructura se resquebraja, forzando a asumir competencias impropias a cargos más bajos en la jerarquía para que el servicio siga funcionando. No es una cuestión de valía, pues la jerarquía no está basada en capacidad sino en ser nombrado para un cargo político o el proceso selectivo superado, es cuestión de competencias y sueldo.
